Durante tres días y tres noches desde el seísmo de magnitud 7,8, miles de socorristas de todas partes del mundo trabajaron en temperaturas gélidas para encontrar a sobrevivientes bajo los edificios derrumbados a ambos lados de la frontera. Se cree que decenas de miles han perdido sus hogares.
A medida que pasan las horas, también crece la frustración y el enfado por la escasa ayuda que llega a algunas áreas situadas en zonas de difícil acceso o afectadas por los conflictos geopolíticos de la zona.
España como respuesta ha enviado varios equipos con aviones cargados de ayuda humanitaria gracias a la UME entre otros organismos.