España

Los tics nacionalistas de Feijóo

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El Presidente de los populares ha manifestado que no acudirá a la
manifestación
organizada por Escuela de Todos en Barcelona. Una
manifestación que se presenta en defensa del español como
lengua vehicular en los colegios de Cataluña.

Tras la sentencia del TSJC que decretaba un mínimo de 25% de español en los
proyectos educativos, los partidos separatistas advirtieron que no pensaban
cumplirla. Para conseguir ese fin han tenido como aliado a Salvador
Illa y a l PSC.
Con ellos pactaron una nueva ley con la intención de
esquivar el obligado cumplimiento de la sentencia. Una ley que servía para dar
apariencia de legalidad a la desobediencia del Govern.

La complicidad del socialismo con el separatismo no es nueva.
De hecho gobiernan con ellos en la Diputación de Barcelona y en diferentes
municipios de Cataluña. En muchos de ellos ha desaparecido la bandera de España
de los ayuntamientos, otorgan subvenciones a los xenófobos que espiaban a los
niños en los patios de los colegios, erradican el español de las instituciones
y tragan -me perdonaréis pero no hay otra forma de describirlo- con las
consignas hispanófobas del separatismo.

“ninguna persona culta debería

atreverse a hablar español en

público”

Pero, cuando pensábamos que el PP, tras entonar en las
últimas autonómicas un mea culpa ante la sociedad civil constitucionalista, ha
vuelto a las andadas
. Parece ser que los arrepentimientos les invaden
sólo cuando hay elecciones a la vista.

Hoy, lo que ya sabemos, es que Feijóo mantiene la estrategia política de
siempre de los populares. No en vano lleva desarrollándola y aplicándola en
Galicia desde hace años. Y gracias a ella, el BNG ya es segunda fuerza en el
parlamento gallego.

“Pero lo verdaderamente importante

no son las siglas bajo las que se esconden

las políticas nacionalistas,

sino los hechos que acometen”

Un hecho que pasó inadvertido, fueron las declaraciones del Secretario de Política Lingüística de la Xunta. En una entrevista concedida a La Voz de Galicia, Valentín García, manifestaba que “en lo que tenemos que esforzarnos de verdad es en que en los colegios se hable más gallego, pero en el patio, cuando salen a jugar… ahí es donde se tiene que hablar más gallego, en los espacios de socialización. Tenemos que crear una sociedad que hable más en gallego” y añadía ” yo entiendo a los nacionalistas, porque el nacionalismo es una forma de conservar”. Debe ser que como conservador es obligado ser nacionalista. Valentín García lleva diez años en el cargo y fue nombrado por Feijóo.

Así, desde ese nacionalismo conservador, hemos visto como en Galicia se aplicaban políticas similares a las del separatismo catalán o vasco. Quizá porque sus siglas eran PP, algunos no le han dado importancia. Pero lo verdaderamente importante no son las siglas bajo las que se esconden las políticas nacionalistas, sino los hechos que acometen.

Han implementado una inmersión lingüística con programas de 21 días sólo en gallego, las comunicaciones de la administración son sólo en gallego, en las carreteras no verás una indicación en español, los profesores han acudido a la justicia para poder escribir informes en español o poder usar el español en el trabajo. Hasta la responsable de la “normalización lingüística” -os sonará ese término tan usado por en nacionalismo- hizo declaraciones como “ninguna persona culta debería atreverse a hablar español en público”.

En definitiva, han implantado en el imaginario gallego, un nacionalismo que era residual. Un nacionalismo entendido como la contraposición a ser español. Un nacionalismo que, en definitiva, genera desafección hacia España.

Insisto, si estas declaraciones las realizara algún personaje del nacionalismo catalán o vasco, nos rasgaríamos las vestiduras. Pero las siglas del PP sirven para esquivar la legalidad, como el pacto del PSC con los separatistas ha servido para esquivar una sentencia y expulsar el español de las aulas catalanas.

Nos toca no mirar hacia otro lado ante los tics nacionalistas

Cierto es que, ahora, Feijóo como Presidente del PP, intentar esconder esos tics nacionalistas. Aunque en ocasiones se le escapan. Recordemos su frase de “entiendo a los vascos por mi hijo tiene el 25% de adn vasco”, llamar “país” o “nación” a Galicia, sus acercamientos al PNV o su última incursión en Cataluña hablando del “catalanismo constitucionalista” para referirse al nacionalismo. No es baladí esa definición. La intención no es otra que blanquear al nacionalismo para, así, poder pactar con él. Es decir, hacer lo que han venido haciendo desde los inicios de la democracia, pactar con los nacionalistas a cambio del gobierno de España.

Poco o nada le importa lo que sufren los ciudadanos en comunidades como Cataluña, mientras esos que señalan, acosan y agreden a los verdaderos constitucionalistas, le proporcionen el cómodo, mullido y deseado sillón de Moncloa.

Nos toca no mirar hacia otro lado ante los tics nacionalistas, nos toca mirar de frente y destaparlos. En caso contrario, España se sumirá en la oscuridad de los nacionalismos que están contaminando la política nacional.

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