Descubrir y compartir

Una tortuga en un ilustre buzón de Barcelona

Published

on

¿Sabías que en Barcelona hay una figura de una tortuga que da buena suerte a quien la acaricia? ¿Y que esta figura se encuentra formando parte de un conjunto artístico diseñado por uno de los grandes arquitectos modernistas? ¿Y que esa obra escultórica hace alegoría a la justicia?¿Y que se encuentra en plena calle y a la altura de nuestros ojos?¿Y todo ello en un edificio que amalgama sabiamente el gótico, el renacimiento y el modernismo?

Para ver todo esto, hemos de visitar el buzón de la Casa de l’Ardiaca, situado en la calle de Santa Llúcia, 1, junto a la catedral de Barcelona. Se encuentra en el exterior de un curioso edificio con varios siglos de existencia del que vale la pena conocer un poco su historia para interpretar y apreciar la grandeza del lugar.

La casa de l’Ardiaca (la Casa del Archidiácono) era en sus inicios un convento-fortaleza levantado por templarios en el siglo XII aprovechando uno de los muros de la antigua muralla romana de la ciudad. El lugar fue ocupado, posteriormente, por miembros de la Iglesia. Entre los años anteriores y posteriores al cambio de siglo del XIV al XV el archidiácono Lluís Desplà i Oms realizó una importante remodelación usando como base el estilo gótico aunque lo impregnó de notas renacentistas. Fruto de esa actuación derivó el nombre con el que se conoce a esta singular casa, que se perpetuó como residencia de esta jerarquía eclesiástica hasta la desamortización de Mendizábal de 1835, fecha en la que se expropió el edificio.

Durante los años posteriores el lugar llegó a usarse como juzgado e, incluso, como taller de artistas.

En 1895 el edificio fue adquirido por el Colegio de Abogados de Barcelona y se contrató los servicios del arquitecto Lluis Doménech i Montaner para efectuar una remodelación de la casa.

“cinco golondrinas, una tortuga y una hiedra de siete hojas”

Entre los trabajos a efectuar figuraba la realización de este buzón, en que debía enaltecerse de forma primordial un motivo alegórico hacia la justicia, la actividad desarrollada por el colegio de abogados.

Para eso usó mármol blanco, y siguiendo las pautas naturalistas propias del modernismo, diseñó la pieza rectangular en la que se esculpen cinco golondrinas, una tortuga y una hiedra con siete hojas. Además, en su parte superior izquierda figura el escudo del colegio de abogados, con la espada y la balanza de la justicia.

Y os preguntaréis, qué sentido tienen esas figuras esculpidas sobre la piedra y qué posible relación tienen entre ellas y la justicia. Pues aunque os pueda parecer algo extraño, está cargada de un fuerte simbolismo artístico. La justicia viene definida como la libertad y la rapidez de acción (las golondrinas), que debido a la inmensa maraña administrativa y procedimental (la hiedra) desemboca en una lentitud de acción (la tortuga).

Dicen que al decano del momento no le agradó este trabajo y quiso cambiarlo. Solicitó las explicaciones pertinentes al arquitecto, quien después de justificarse soltó la célebre frase de «abogados y procuradores, al infierno de dos en dos«. Finalmente el decano accedió a mantenerlo.

En 1919 el Ayuntamiento de Barcelona adquirió el edificio, y 2 años después se convirtió en sede del Archivo Histórico Municipal.

Y un último consejo: No os olvidéis de acariciar el caparazón de la tortuga, pues según marca la sabia tradición popular, realizar esta acción os traerá buena suerte durante una buena temporada.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Tendencias

Salir de la versión móvil